lunes, 30 de marzo de 2015

Dadá en Kreuzberg

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Berlín es una ciudad llena de curiosidades, de personajes pintorescos que pululan por las calles, vestidos de la manera más extravagante, o conduciendo extraños artilugios, más llamativos que prácticos, con absoluta naturalidad, sin complejo alguno... Pero nunca había imaginado encontrarme en uno de sus mercados, en el Marheineke Markhalle, donde a veces suelo tomarme una rica mousaka, en la terraza, al sol, una exposición sobre el movimiento Dadá, con su historia, documentos, fotos, protagonistas, y todo ello entre los puestos de la carne, las verduras y la fruta, por entre la gente que pasea con su cesta de la compra y le echa una mirada al embutido y otra a un collage de Hannah Höch, un fotomontaje de John Heartfield o un dibujo de Grosz. 
Tzara, en su tumba, se sentirá satisfecho.
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4 comentarios:

Susana Camps dijo...

Se puede ver y oler. Y nunca había estado en un mercado berlinés,¡me ha gustado!

Anónimo dijo...

¡Oh, dios mío!!quién estuviera allí, Fernando! (soy Inés Mendoza) La próxima vez que nos veamos te pediré una relación detallada de tus impresiones sobre la exposición ¡ay, cómo me gustaría estar allí! ¡qué envidia!

Muchos besos, :-))))))))))
Inés Mendoza

Unknown dijo...

¿Es algo habitual en Berlín? Quizá deberíamos copiar ese "maridaje"artístico-mercantil aquí, y que se puedan comprar 100 gr de Jamón de York, envuelto en el manifiesto Dadá.

Alberto Cabello

Escribidor dijo...

Arte y vida sin solución de continuidad como gustaba esgrimir también Wolf Vostell. Lástima que quienes quisieron sacar el arte de los mausoleos de los museos hayan acabado en mausoleos similares. La contradicción está en la finalidad de ambos: la de la vida es la muerte (y por ende el olvido), mientras no se descubra el artilugio que lo remedie; y la del arte es la perpetuación y la memoria. La inciciativa expositora cumple el programa del arte desde las vanguardias, especie de anarcarte: ni autor, ni museo, ni marchante. Me hubiera gustado verla.