domingo, 17 de enero de 2010

Piti Cantalapiedra

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A Aurelio García Cantalapiedra, que acaba de morir en Santander a los 90 años de edad, sus amigos lo llamaban Piti. Pues, de Piti Cantalapiedra supe, mucho antes de conocerlo en persona, por sus colecciones de poesía y -sobre todo- por la excelente revista Peña Labra, que había dirigido entre 1971 y 1988, con buenos monográficos, como los dedicados a Blas de Otero, en 1979, o Pere Gimferrer. Muchos años despues, me lo presentó Carlos Galán en Santillana del Mar, mientras visitábamos una exposición en la Fundación Santillana, entidad que dirigió hasta su jubilación en 1997. No era imposible hallarlo en algún otro acontecimiento cultural de la ciudad, durante los veranos, que es cuando yo recalaba por allí. Por lo bien que solían hablar de él Hierro y Carlos me hubiera gustado haberlo tratado más, pues me pareció un hombre discreto, modesto, tímido, y sobre todo bueno, pero poco dado a la vida cultural o social. Sus obras hablaban por él. Entre 1951 y 1954 dirigió, con Hierro y Víctor F. Corugedo, la colección Tito Hombre, en la que aparecieron libros de Gerardo Diego (Segundo sueño. Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz, 1953), Jorge Campos (El atentado, 1951), Leopoldo de Luis, Pedro Caba (Misterio y poesía, 1951) y el propio Hierro (el cuento 15 días de vacaciones, 1951), entre otros. Y desde 1954 a 1959, junto con Pablo Beltrán de Heredia, editó la Colección Cantalapiedra, con títulos de José Luis Hidalgo (Los muertos, 1954), Rafael Montesinos, Enrique Lafuente Ferrari, Carlos Barral (Metropolitano, 1957), Hierro (Antología poética, 1954, al cuidado de Carlos Salomón; y Estatuas yacentes, 1955), Blas de Otero (Pido la paz y la palabra, 1955), Vicente Gaos, Julio Maruri y Claudio Rodríguez, por no hacer la lista interminable. Trabajando siempre con los Talleres de Artes Gráficas de los Hermanos Bedia. Tenía que haberse llamado Ediciones Libres y llevado un anagrama en el que aparecían dos pájaros volando, pero a la censura debió parecerle subversivo, pura provocación. Como crítico le dedicó trabajos a Juan Ramón Jiménez, León Felipe (quien tuvo farmacia en Santander), José Luis Hidalgo y Hierro. Fue un personaje fundamental en la cultura santanderina y en la española, tanto en el campo de la poesía como en la investigación de la historia, la de su Torrelavega natal.
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2 comentarios:

Náyade García dijo...

Muchas gracias por sus palabras sobre mi tio.

Julia dijo...

Conocí a Piti cuando estuve en Santander, investigando sobre la obra de José Luis Hidalgo para mi tesis. Pertenecía a un grupo muy castigado durante la represión franquista. Entre ellos recuerdo también, con especial cariño, a Chus Otero, escultor en Santillana del Mar. Chus tenía el cráneo señalado con cicatrices. Inspirado por la palabra gatuperio, había representado a Judas escondiendo tras él a un gato furioso.
Me impresionó el sentido de grupo,de fidelidad a unas ideas y de amistad que había entre ellos.
El cuadro de la fotografía en que aparece Piti es un retrato de José Luis Hidalgo.
Todo ellos. Hierro incluido, formaron parte de una generación dolorida. Y así hay que recordarlos